¡Valió la pena!

Publicado en Diario Hoy
23/04/2006
María Paula Romo


Claro que abril valió la pena y también es cierto que tuvo límites. La revuelta fue suficiente para provocar la fuga del dictador pero las revueltas por sí solas no producen buenos Gobiernos. Abril logró mostrarnos de cuerpo entero a las corporaciones que se dicen partidos políticos, pero la multitud no será quien los reemplace; construir verdaderos partidos es una de las tareas pendientes. Abril no acabó con la corrupción pero ya no nos disparan desde las ventanas del Ministerio de Bienestar Social. Abril no transformó al Ecuador pero Carrión no es Zuquilanda y este año ningún embajador ha sacado de paseo a un genocida.
El coronel no murió en el intento y se presenta como candidato. La diferencia es que hoy sabemos que es el mejor amigo de los EEUU y no de Pachakutik, comprobamos que no ha olvidado sus días de edecán de Bucaram y nadie se cree su discurso anti oligarquía después de que gobernó dos años con el PSC y luego se puso en las filas de Noboa. Cuatro años después, el coronel no diferencia entre un país y un cuartel, aunque en prisión haya leído al fin la Constitución.
Un año de distancia nos permite ganar perspectiva, es momento de analizar la complejidad de lo sucedido: una ficción de democracia que hace que confiemos más en las calles que en las urnas; que cada uno se ponga su consigna en la camiseta porque quienes se dicen “representantes” no logran empatar su discurso –peor todavía sus acciones- con las demandas ciudadanas; diez años de derrocar Gobiernos y dejar intacto al poder; la ausencia de proyectos políticos sólidos, capaces de articular el potencial democrático que abril puso en evidencia. Y con el pasar de los meses, las pruebas: Congreso y partidos políticos fingieron que aquí no pasó nada; los diputados cómplices del “dictócrata” siguen ahí, la “magistrada” de la “Pichicorte” fue premiada con el TSE; Palacio sigue sin encontrar pruebas serias sobre la actuación del coronel y sus adláteres; la mayoría de la prensa sigue haciendo interpretaciones chatas de temas complejos. Mientras se debate sobre la Asamblea Constituyente, el Congreso aprueba la Ley de Exoneraciones Tributarias; cuando el país está paralizado y debatiendo el TLC, el Congreso está aprobando la Ley Huaquillas. Se elabora el Libro Blanco y se trabaja por institucionalizar las FFAA luego del daño que les hizo el coronel; pero aún no se sabe cómo el avión de la Presidencia terminó en la Notaría de Cabrera. Se lleva adelante un proceso transparente de selección de la CSJ pero Armas teme a las amenazas y nos pone a dudar sobre la independencia de ese poder. La lección más importante la recogió un grafito en Quito la noche del 19 de abril de 2005: “Lunáticos: prohibido olvidar”.

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