Día del Orgullo Gay

Publicado en Diario Hoy
02/07/2006
María Paula Romo

Una sociedad evidencia el alcance de sus apuestas democráticas cuando se encuentra con el límite de sus prejuicios; a eso nos invita la celebración del Día del Orgullo Gay”. El 28 de junio se ha convertido en un símbolo mundial de lucha frente a la homofobia y la violencia contra la comunidad GLBTT (gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros y transexuales) y esta semana tuvimos la oportunidad de recordarlo. La fecha nos forzó a la discusión, la toma de posición y hasta nos mostró la inconsistencia de algunos discursos en época de “corrección política” (son inaceptables las expresiones de Toledo, con la legislación correcta, la incitación al odio y la homofobia debe estar tipificada como delito). En el Ecuador no podemos negar los avances que, al menos en lo legal, se han dado en el campo del reconocimiento de derechos: apenas hace nueve años se logró eliminar del Código Penal el artículo 516 que tipificaba las relaciones homosexuales, consentidas, entre adultos. De igual manera, la Constitución de 1998, que contiene el derecho a la libre opción sexual como un derecho humano, nos convirtió en el segundo país del mundo en realizar este reconocimiento. Como en otros temas, existe una gran distancia entre las declaraciones oficiales y las prácticas cotidianas sociales e institucionales. A pesar de lo progresista de las normas, todavía hoy el prejuicio, la discriminación y los abusos contra las personas GLBTT son una realidad; provocan consecuencias que van desde la exclusión hasta los crímenes de odio.

La discusión sobre los derechos de la comunidad GLBTT es un tema importante para el debate político; y la eliminación de la homofobia y sus mecanismos es un requisito necesario para democratizar la democracia. No podemos hablar de equidad o de ciudadanía plena mientras la práctica convierta en ciudadanos de segunda a quienes, por su orientación sexual, son discriminados y discriminadas en el acceso a educación, a los servicios de salud, oportunidades laborales, o cualquier otra forma de participación social o económica. Terminar contra la homofobia exige de todos nosotros un esfuerzo consciente de liberarnos de los prejuicios y los estereotipos y de transformar aquellos mecanismos que los refuerzan y perpetúan, así el odio y la exclusión: habrá que cambiar el lenguaje y las leyes; los límites institucionales y las prácticas cotidianas, y probar ahí nuestro compromiso por el respeto a los derechos de todos y todas. Cómo no celebrar desde el orgullo el valor de quienes deciden vivir con libertad y coherencia, cuestionando los prejuicios y el poder de lo que nos enseñaron como determinante.

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