El otro Ecuador

Publicado en Diario Hoy
06/05/2007
María Paula Romo

La frase que identifica al Foro Social Mundial de que “otro mundo es posible” que algunos transforman –con razón– a “otro mundo es indispensable”, no es una expectativa de futuro; es una realidad que para ser percibida exige que apaguemos la televisión y cambiemos el gran escenario de la política nacional para enfocarnos por un minuto en las iniciativas públicas y privadas que, en pequeña y mediana escala, se dan en el mismo Ecuador y que a veces las primeras planas de los diarios nos muestran como si estuviera cayéndose a pedazos.

Esta semana tuve la suerte y el privilegio de conocer dos de estos ejemplos que nos devuelven a ese otro Ecuador paralelo al de las disputas políticas; el que sigue creciendo, innovando, desarrollándose, no sólo sin el apoyo y las condiciones que el Estado debería prestarle, sino a pesar de ellas. El uno es el caso de la Junta Parroquial de Santa Teresita en Espíndola –Loja–; una pequeña comunidad, instalada en la accidentada geografía lojana y que con la tenacidad y el esfuerzo de quienes viven en la zona han conseguido rehabilitar un canal de riego que llevaba casi 17 años sin funcionar, y (con el mismo trabajo comunitario y el apoyo de Prolocal) han ampliado la cobertura de riego llevándola a través de una zona montañosa capaz de desanimar hasta al más optimista. Hoy la Junta Parroquial y la Junta de Regantes (o de aguas) funcionan unidas y coordinadas por el mismo grupo de personas. Conmueve escuchar las hazañas que han debido realizar, pero reconforta saber que fueron capaces de ejecutar, desde la comunidad y con su supervisión, un proyecto de cerca de $400 000 que hoy permite que cientos de familias puedan sembrar sus tierras y pensar que vivir en el campo aún es posible.

El otro caso es el de la Federación Regional de Asociaciones de Pequeños Cafetaleros Ecológicos del Sur (Fapecafes). Se trata de una Federación en la que los pequeños productores y sus familias no solo siembran y procesan café de primera calidad –y con sello oficial de comercio justo–, sino que son también los encargados de exportarlo (lo hicieron con más de 13 000 quintales el año pasado y esperan llegar a 40 000 este año). Lo más sorprendente es que solo el 15% de sus exportaciones son hacia EEUU, el resto va a países de Europa; ¿quién dijo que nuestra única opción era el mercado de EEUU? (mientras escuchaba su exposición me preguntaba ¿por qué no estuvieron debatiendo con el primer equipo negociador del TLC?).

Este es el otro Ecuador posible, indispensable, pero también presente. Es desde Ecuador que tenemos el desafío y la responsabilidad de construir, frente a aquel que se televisa y que cuenta la historia “oficial”. Desde este Ecuador, sus héroes y heroínas cotidianas podemos recuperar la esperanza.

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