La política y el tiempo

Publicado en Diario Hoy
25/12/2005
María Paula Romo


El chileno Norbert Lechner, en un artículo titulado "Construyendo el nosotros", planteaba que la política tiene pendiente una lucha contra el tiempo. Si bien no es posible su control, debería al menos evitar lo vertiginoso de las decisiones y las acciones sobre los asuntos públicos.
La inminencia, escribe Lechner, es el tiempo que nos impone el mercado y los medios de comunicación (claro, la urgencia y el apremio tampoco permiten mucha profundidad). Pero esa inminencia no puede ni debe convertirse en el tiempo de la política, esta, más que premura, necesita perspectiva.
Una reforma política que nos permita construir para el Ecuador una República y un Estado, es un tema urgente, pero no merece convertirse en mecanismo o pretexto de supervivencia política del Ejecutivo. Ese proceso de reforma del que hablamos empezó ya con la presencia firme de ecuatorianos y ecuatorianas tratando de convertirnos en ciudadanos, y para continuar es necesaria una Asamblea Constituyente con reglas particulares -sino será imposible que los llamados a ser controlados decidan ponerse límites-.
Pero la asamblea constituyente y quienes la integren, no solo tienen un trabajo de redacción. La verdadera tarea que hoy -aún antes de saber cuándo tendremos asamblea- se plantea para todos y todas, es la tarea del pensar. El Ecuador, nuestra sociedad y el presente y futuro que queremos construir, necesitan ser pensados. Necesitamos vernos al espejo, pero también dirigir nuestros ojos hacia fuera e intentar comprender el mundo con el que se relaciona ese Ecuador. Para ello se necesita asumir la complejidad de la tarea y también la visión de largo plazo. Édgar Morin, al plantearse uno de los retos de la posmodernidad, afirma que “...la inteligencia que no sepa otra cosa que separar rompe la complejidad del mundo en fragmentos desunidos, fracciona los problemas, unidimensionaliza lo multidimensional. Atrofia las posibilidades de comprensión y de reflexión, eliminando también la oportunidad desde un juicio correctivo o una visión de largo plazo”.
Por eso lo importante no es que se haga la consulta, sino la exactitud de lo que se pregunte. Lo necesario no es redactar las reformas, sino que quienes la hagan estén pensando en el país y no en sus negocios o en la forma de resguardar su poder. La tarea es entonces emprender el debate sobre el contenido de nuestras reformas, más allá de la lucha de poder (o la cortina de humo) en que se ocupen los próximos meses el Legislativo y el Ejecutivo. Y una vez que tengamos asamblea y reforma política, reglas claras y nuevos actores, entonces, necesitaremos también el tiempo de la institucionalidad democrática.
Regresando a Lechner, no podemos actuar como si el presente fuera el tiempo único, “hacer política consiste en producir los horizontes de sentido que permiten poner las cosas en perspectiva”.

Entradas populares