Mujeres e impunidad

Publicado en Diario Hoy
11/03/2007
María Paula Romo

Cierto que los temas políticos han sido de tal magnitud que no pueden pasar desapercibidos; pero, ¿hasta cuándo los temas de las mujeres son temas de segundo o tercer orden? Así que me resistiré a opinar sobre lo urgente y circunstancial y retomaré el tema trascendental de esta semana: el Día Internacional de la Mujer cuyo lema principal este año fue “Poner fin a la impunidad en la violencia contra las mujeres”.

Este es entonces un tema fundamental, no solo como un derecho humano, sino también como parte de una agenda política. La violencia de género es una de las formas en las que mejor se ejerce y reproduce el autoritarismo que caracteriza nuestras relaciones a todo nivel. La lucha por una vida libre de violencia y la lucha contra el patriarcado son entonces parte esencial de la construcción de la democracia y la justicia.

Según datos del Conamu, la tasa de analfabetismo de las mujeres es del 11,4%, mientras que la de los hombres, 8,5%. La tasa de desempleo en las mujeres es del 15% y de los hombres del 9,1% El ingreso promedio de las mujeres en el área urbana es el 67% del de los hombres; en el área rural, apenas el 47%. A esto podemos añadir los datos sobre acceso a propiedad, vivienda o crédito. Y, claro, a esa violencia del sistema debemos sumar la violencia de la que aún somos víctimas. Se estima que siete de cada 10 mujeres es agredida física, verbal, sicológica o sexualmente en su propio hogar. Los datos sobre acoso sexual laboral, trata de personas, violación a mujeres y niñas son alarmantes; pero son todavía peores las estadísticas que muestran que –aún cuando son denunciados– muy pocos o casi ninguno de los agresores recibe ninguna sanción. Jefes, policías, médicos, jueces son cómplices de los agresores y culpabilizan a las víctimas. Debemos comprometernos todos a terminar con la impunidad en este tipo de agresiones; el primer paso es dejar de verlas como normales, habituales o problemas de segundo orden. Citando a Gioconda Belli: ¡Qué poco es un solo día, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas! (…) Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras en vez de machos / Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris / Y de los que nos vendaron los pies / Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina / o cargáramos al bebé para dar más lástima cuando pidiéramos limosna (…) Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado / Y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas / Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir a riesgo de nuestras vidas / Queremos flores de los que nos quemaron por brujas / Y nos encerraron por locas.

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