No por contagio

Publicado en Diario Hoy
22/01/2006
María Paula Romo


Hay cosas que se contagian, la gripe, el sarampión, hasta la risa a veces resulta contagiosa. Lo que es cierto es que la política no entra en la categoría de aquello que se reproduce o propaga por contagio. Los acontecimientos políticos -muy distintos entre sí- que vemos hoy en América Latina no van a sucedernos por el simple hecho de la cercanía geográfica.
Lo que sucede hoy en nuestros países -algunas acciones efectivas, otros todavía solo resultados electorales- puede ser interpretado como un intento de cambio, una exigencia de cambio de muchos hombres y mujeres en América Latina. Son la evidencia de que cada día creemos menos en las prácticas políticas y los modelos económicos que hasta hace pocos años nos anunciaban como incuestionables. La lógica política que hoy ponemos en duda ha fallado en democratizar la sociedad y las estructuras más allá de los procedimientos; las recetas económicas aplicadas han contribuido a que hoy nuestro continente sea el más desigual del mundo y la región andina, la de mayor desigualdad del continente.
Más allá de esas realidades, resulta también que el mundo de hoy es un mundo de amenazas e incertidumbres frente al que nuestros códigos tradicionales de interpretación resultan insuficientes. Es difícil encontrar, en los postulados políticos de hace 100 ó 50 años, respuestas frente a un mundo ‘globalizado’; una economía de especulación y concentración como no se ha visto nunca en la historia; o frente a la velocidad de las transformaciones sociales y culturales que percibimos en nuestra vida diaria. Es evidente entonces que América Latina esté buscando respuestas (y afortunadamente también pensando nuevas preguntas). En esa exploración, sin embargo, podríamos encontrarnos con resultados muy distintos; por eso es importante debatir sobre los contenidos de lo que está pasando a nuestro alrededor y, solo desde esa comprensión, analizar las lecciones -buenas y malas- que podrían ayudarnos a construir nuestro propio proyecto.
La indignación y la búsqueda son el denominador común en el escenario regional, pero no podemos olvidar que la gran mayoría de resultados positivos se dan en estos casos cuando son la consecuencia de un proceso de construcción de una alternativa distinta. Es el caso de los 30 años que le tomó al Partido de los Trabajadores en el Brasil llegar a la Presidencia de la República, o del proceso que ha debido vivir la democracia chilena para que el triunfo de Bachelet la semana pasada sea la evidencia de algo mucho más profundo.
Viteri no es Bachelet, ni cualquier sindicalista es "Lula". No se trata de copiar las formas, de imitar lo superficial o esperar que el cambio llegue por contagio.
El desafío de la acción política, nuestra tarea, es apostar por la construcción de largo plazo; además de la acción frente a lo inminente, nos urge crear nuevos códigos y propuestas que nos permitan, no solo interpretar, sino transformar la realidad que hoy nos impacienta.

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