Otro gran "no"

Publicado en Diario Hoy
02/04/2006
María Paula Romo


En 1968, durante la gran revuelta parisina, en la facultad de Ciencias Políticas los estudiantes escribieron: “Las paredes tienen orejas. Vuestras orejas tienen paredes”. Al parecer, hoy la historia se repite. El sistema político francés no aprendió ninguna lección luego del “no” de su pueblo a la Constitución Europea. Cuando en mayo de 2005, cerca del 55% de los franceses votó en contra de este proyecto, no necesariamente su voto significó el rechazo al proceso de unidad europea. El “no” estaba dirigido contra la línea de Chirac y fue un llamado de atención a una forma de hacer política de espaldas a la gente, tomando grandes decisiones inconsultas a nombre de proyectos supranacionales de supuesta difícil comprensión para los ciudadanos comunes (increíble pensar que esos argumentos los esgrimen -ahí y en nuestros países- líderes que se dicen democráticos).
Hoy Francia vuelve a decir “no”. Desde hace ocho semanas, sindicatos de trabajadores y jóvenes han protagonizado jornadas de protesta contra el proyecto de ley de Villepin que propone un contrato laboral para menores de 26 años según el cual se eliminan beneficios generales y se autoriza el despido injustificado de cualquier trabajador por debajo de esa edad. ¡El primer ministro asegura que esta es una solución para un importante grupo de jóvenes en el desempleo!
Extraño enfoque que empieza a repetirse: este mes en ese país se desató una polémica por un proyecto de ley para vigilar y reprimir niños que podrían incluso portar un carné para registrar si su conducta permite identificar en ellos a potenciales delincuentes. Qué funcional al statu quo resulta concluir que el comportamiento agresivo de los adolescentes se puede evitar a los tres años, en lugar de pensar que es una respuesta al sistema represivo e injusto que cada vez ofrece menos oportunidades. Tan fácil como creer que los jóvenes deberían sacrificar sus derechos laborales a cambio de que “se les permita insertarse” al mercado laboral.
Importantes lecciones que aprender: Ningún proyecto supranacional es tan poderoso como para obligarnos a decidir en perjuicio de nuestras oportunidades y necesidades. Unas cuantas plazas de trabajo extras no pueden justificar que abandonemos la lucha por lograr pleno empleo, pero con dignidad y derechos. El empleo de calidad es un derecho humano, ¡es nuestra tarea luchar contra la precarización del empleo, no promoverlo como salida de la pobreza! La política no puede convertirse en ejecutora de las agendas de grandes poderes económicos locales o extranjeros.
En mayo de 1968, en las mismas calles en que hoy se desarrollan las protestas, se leía “la imaginación al poder”. No sucedió, pero eso no significa que ellos, o nosotros, debamos olvidar la consigna.

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