Comenzó la constituyente

11/12/2005
María Paula Romo


La única forma de actuar con ética en la política es el anteponer siempre los intereses del país y de la mayoría sobre los intereses o conveniencias personales o de grupo. Independientemente de su resultado, falta a la ética el comportamiento político motivado por la búsqueda de beneficios egoístas. Esa es la medida según la cual podemos y debemos pedirle cuentas al Congreso Nacional y a los Partidos Políticos que forman parte de él.
Detrás del proyecto de reforma política del Congreso Nacional, ¿cuáles son los intereses? Corremos el riesgo de que este mismo Congreso de la "Pichicorte", del "Pichitribunal Electoral", de la mega exoneración de impuestos y del "Pochocastigo" a la difusión de información, realice una reforma constitucional a su justa medida. Una reforma que mantenga intacto su poder y su capacidad de chantaje.
Qué grave sería terminar con la figura del vicepresidente solo por el temor de alguno que no alcanza a escoger ser humano que parezca menos inteligente que él. Qué irresponsable con la democracia esperar hasta revisar encuestas para diseñar la fórmula más conveniente para asignar escaños. Qué sordera la del poder que no admite ninguna de sus responsabilidades. Qué pobre una política hecha de las pasiones y las vanidades. (Y claro que el presidente Palacio es el otro gran responsable).
Pero lo sucedido esta semana no significa el fin de la reforma ni la derrota de la constituyente. Todo lo contrario: el proceso apenas empieza. El que desiste es Palacio, el Ecuador insiste. Insistimos porque cada nuevo acto del Congreso nos muestra que es imprescindible evitar ese poder de bloqueo y su arbitrariedad; insistimos porque creemos que la política es mucho más que el debate en el Congreso Nacional y que hoy más que nunca merece ser re-significada.
Y por eso el verdadero proceso constituyente ya comenzó: comenzó cuando nos asumimos ciudadanos y ciudadanas y estamos dispuestos a hacernos oír golpeando ollas. Comenzó cuando el país entero debate sobre las potenciales reformas y seguimos creyendo que son posibles. Comenzó porque vemos a un Ecuador buscando un camino distinto.
Pero a pesar de todo lo anterior, existe la posibilidad de que solo sea cuestión de tiempo y no debamos preocuparnos. Al fin y al cabo, si al Congreso le tomó más de cuatro meses enterarse de que Nuevo País no existía como Movimiento Político, debemos ser tolerantes y reconocer que este es un tema más complejo para el que nuestros diputados necesitarán más tiempo. A lo mejor en unos pocos meses los hoy diputados, convertidos de nuevo en los eternos candidatos, comprendan de lo que hoy se habla y sobre tarimas nos aseguren que fueron los primeros en pensar en la necesidad de la reforma política y una Asamblea Constituyente.

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