No le teman a la consulta

Publicado en Diario Hoy
07/01/2007
María Paula Romo

Gran expectativa ha causado la posesión del nuevo Congreso Nacional y no es para menos. Hagamos una breve visión de los hechos que preceden su llegada: en la ya débil credibilidad de las instituciones democráticas ecuatorianas, el Congreso ha batido todo récord de desconfianza; a eso debemos añadir la grave complicidad del Congreso en el golpe del coronel dictócrata contra la Constitución (muchos dirán que es imposible generalizar, pero las afirmaciones contra el Congreso se ajustan a la verdad: no hablamos sobre la votación de unos pocos diputados, sino sobre el resultado final de la decisión de un cuerpo colegiado); o el caso digno de anécdota de la Ley Huaquillas, que una vez publicada, los diputados (exceptuando uno) anunciaron no haber leído el proyecto de ley. Podría argumentarse que ese fue un Congreso formado por otros diputados, que en el que se instaló el día 5 de enero hay algunas caras nuevas.

Es cierto, el “nuevo” Congreso no repite el 100% de sus integrantes pero, a pesar de eso, tampoco da una clara señal de transformación.

Los diputados y diputadas no pueden solo ser juzgados por su trayectoria o simpatía personal. En un régimen democrático los diputados son representantes de la ciudadanía, pero también de un proyecto político, de un partido político y sus propuestas.

Por lo tanto, los diputados que acaban de ocupar sus curules también representan a los partidos políticos que luego de ser cuestionados y criticados no mostraron ninguna intención de cambio.
Y la historia se repite: los representantes de las bancadas mayoritarias del Congreso (Prian, PSP, PSC) empiezan su período pidiéndole al presidente Correa una decisión suicida: abandonar la iniciativa de la Asamblea Constituyente.

Una posición de esta naturaleza no solo desconoce la validez del encargo que cientos de miles de votantes le dieron a Correa, sino que cierra toda posibilidad de acuerdo mínimo con el Ejecutivo y le obliga a las medidas drásticas y de confrontación que dicen querer evitar.

Por supuesto que quienes están hoy en el Congreso obtuvieron su propia votación; pero también es importante reconocer que la población que optó por el voto nulo expresó su rechazo, que no todas las fuerzas políticas importantes están representadas: el partido de gobierno por ejemplo, renunció a participar en este proceso electoral precisamente como un cuestionamiento a su legitimidad. Y, si ninguno de estos argumentos fuera válido, entonces probemos en esta ocasión la vocación democrática de nuestros “representantes”. Señores diputados: no le tengan miedo a la democracia, ¡vamos por la consulta!

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