Murió Pinochet

Publicado en Diario Hoy
17/12/2006
María Paula Romo

Que la muerte le ganó a la justicia; que Chile queda dividido; que ha muerto el ícono de las dictaduras en América Latina. Se han dicho y escrito muchas cosas en estos días sobre Pinochet y es que, sin duda, la muerte del dictador y las reacciones suscitadas por ella nos hablan de muchas otras cosas. Pinochet muere sin haber comparecido ante un tribunal a dar explicaciones sobre lo que hizo con Chile y los chilenos durante los largos años de su dictadura. Argumentando incapacidad mental y luego dando largas a los requerimientos de la justicia chilena, la muerte lo salvó de su posible condena y del precedente que ella crearía. Pinochet murió en la cama de un hospital y lo último que vio fue su familia y amigos. La antesala de su muerte no fue el Coliseo de Santiago, ni las caras de los torturadores o las paredes de Villa Grimaldi, o Chacabuco. La familia de Pinochet le organizó un funeral y conoce el destino de su cuerpo; no pueden decir lo mismo familiares y amigos de más de 3 000 desaparecidos.

La prensa chilena e internacional nos muestra un escenario de inmensas contradicciones: un grupo de personas que lamentan su muerte y lo califican de “padre de la patria”; líderes políticos de derecha que piden honores fúnebres; y también chilenos y chilenas celebrando la muerte del tirano, esperando que su desaparición física pueda también desaparecer el odio y la violencia que generó su vida.

En medio de la polémica sobre las características de su funeral, miles de personas se acercan al ataúd que contiene a Pinochet: un grupo de jóvenes le dedica un saludo nazi en una imagen que ha recordado al mundo las peores cosas de las que es capaz; otro chileno, el nieto del general Pratts espera horas en la fila para escupir sobre el féretro que contiene al asesino de su abuelo. El nieto de Pinochet, militar activo, toma la palabra y reivindica el golpe de Estado y las acciones de su abuelo, justo luego de que el cardenal Errázuriz agradeció a Dios “las cualidades que le dio y todo el bien que hizo a nuestra patria y a su propia institución”.

Los militares que hoy rinden homenaje a su general son aquellos que luego de los informes de la verdad pidieron perdón al pueblo chileno por las atrocidades cometidas durante la dictadura. En la misma Escuela Militar en donde se velan los restos del tirano, un grupo de poetas chilenos recitó hace un par de años los poemas compuestos como protesta durante años de cárcel y tortura. La reconciliación no será posible con la desmemoria. Solo la verdad y la justicia podrán curar las profundas cicatrices de la tiranía.

A Pinochet le sobreviven muchos de quienes fueron torturados por sus órdenes; los hijos, hijas y nietos de los desaparecidos; pero, sobre todo, a él le sobreviven los ideales que él creyó que otras muertes desvanecerían.

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