Política desde l@s jóvenes, ¿nueva política?

Publicado en Revista Nueva Sociedad. Nov - Dic 2005.
María Paula Romo
http://www.nuso.org/upload/articulos/3300_1.pdf

"Si los responsables del mundo son todos venerablemente adultos, y el mundo está como está, ¿no será que debemos prestar más atención a los jóvenes?"
Benedetti: Un mundo de paciencia y asco.


La propuesta de hablar de juventud y política es para mí provocativa, pero debo aclarar que mientras, por un lado, la política y lo político sufren un gran desprestigio, yo -por otro- soy parte de un colectivo político que desde hace un año pretende en el Ecuador cuestionar las formas tradicionales de hacer política desde la necesidad de reivindicar el sentido de lo político como transformador de la realidad.

Si a mi confesa militancia política, le sumamos el hecho de que tengo veinte y seis años, resulta evidente que no escribo estas líneas ni como investigadora, ni con pretensiones de diagnosticar o interpretar un fenómeno en particular; así que este ensayo es una especie de declaración sobre una vivencia propia: qué es hoy para un grupo de jóvenes en Ecuador, en América Latina, el hacer política.


“Cuando sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”
Graffiti, mayo 68


¿Qué es ser joven hoy en América Latina?

Si existe algún acuerdo sobre el concepto de juventud, es el de que se trata de un término poco preciso, polisémico, que puede significar cosas totalmente distintas en diferentes tiempos y en diferentes lugares. Las ciencias sociales contemporáneas definen la juventud como un periodo de moratoria, un momento de tránsito entre la niñez y la vida adulta. Ni siquiera este sencillo concepto resulta explicación suficiente; a partir de él podemos preguntarnos por ejemplo si las condiciones de esa “moratoria” son similares para hombres y mujeres o para jóvenes de distintos estratos económicos.

De cualquier forma, la juventud como concepto homogéneo es un mito. Resulta más exacto hablar de juventudes y reconocer que existen muchos otros factores que determinan las características de este tránsito hacia la “vida adulta”: ¿qué pueden tener en común una mujer boliviana, indígena, pobre, a sus 20 años, con un joven chileno, universitario, de clase media alta, aunque tengan la misma edad?

La noción de juventud es así una categoría de límites poco precisos, una serie de circunstancias que se relacionan con una forma de socialización, una edad, las obligaciones frente a una sociedad, las nociones de familia, pero también la juventud es un producto . Aquí se juega una de las principales tensiones de la categoría juventud: mientras sus atributos y características se han convertido en los valores estéticos dominantes, los sistemas políticos y económicos no están dispuestos a dar cabida a los jóvenes.

Los jóvenes son también el sustento del discurso del futuro y por ello la dificultad del discurso y el proyecto de presente; como lo afirman Margulis y Urresti, “(...) los jóvenes son la metáfora a través de la cual los adultos proyectan sus esperanzas de un futuro mejor (...) al mismo tiempo, la sociedad adulta en cierta forma les teme porque no los entiende, bloqueando con ello el cambio generacional que dice predicar. A pesar de esta desconfianza, los utiliza cuando los necesita.”.

Estas líneas nos muestran algunos de los debates que, alrededor del tema de juventud, podrían plantearse, pero a pesar de la dificultad de hallar características comunes entre las juventudes, lo que compartimos hoy los hombres y mujeres jóvenes en América Latina es un mundo totalmente distinto a aquel de hace 25 años: La anterior generación vivió un mundo de guerra y desigualdades, pero nunca -como hoy- le fue posible el presenciar esa violencia y miseria en cualquier lugar del mundo en tiempo real. Nuestros padres y madres vivieron en un momento de respuestas, de soluciones universales, de apuestas definitivas que se ofrecían como seguras; hoy nosotros vivimos el fin de los meta relatos, incluso algunos pretenden convencernos de que se trata del fin de la historia. Para la generación anterior el futuro era una promesa, una infinidad de posibilidades, para los jóvenes hoy el futuro es una amenaza, una serie de incertidumbres.

El ser parte de una misma generación significa también una memoria común, pero no se comparte ni las memorias ni las experiencias de la generación anterior, ese punto empieza a ligar relaciones entre política y juventud y, para nosotros, evidencia uno de los desafíos de la acción política en América Latina: la recuperación de la memoria.


“Porque somos más, jalamos más parejo,
¿por qué andar siguiendo a una bola de pendejos?”
Molotov


¿Por qué tomar la opción política?

De todas las preguntas que pretende plantear este ensayo, esta es la de más sencilla respuesta: es la realidad la que nos obliga a hacer política.

Vivimos en el continente más desigual del mundo, los datos sobre América Latina y, en nuestro caso, sobre el Ecuador en particular, son el fundamento de nuestra opción política. Personalmente declaro, que hago política desde la indignación. Es imposible permanecer expectante en un Ecuador en el que hoy 750.000 niños y niñas no están en la escuela por motivos económicos, en que el 6% de la población posee el 80% de la tierra, en el que el 45% de las niñas y niños menores de 5 años sufren de desnutrición, en un Ecuador cuya economía se sostiene gracias a las remesas de quienes fueron expulsados por el sistema, un Ecuador en donde 6 de cada 10 mujeres son víctimas de violencia doméstica y el suicidio es la tercera causa de muerte de los hombres jóvenes y la segunda de las mujeres (la primera está relacionada con problemas en el parto y embarazo).

La necesidad de alternancia, el momento del relevo, el ejercicio de ciudadanía o un cívico interés por lo público resultan sólo recursos retóricos frente a una realidad que por sí sola exige nuestro compromiso por su transformación.

Es importante aclarar que esta opción política de la juventud no es nada nuevo, de hecho lo que resulta extraño es que en nuestra generación exista menos interés en el escenario formal u oficial de la política . Los jóvenes hombres y mujeres muestran, mostramos, hoy nuevas formas de política, de activismo, de resistencia: el arte (desde la música, literatura, teatro hasta el graffiti) son mecanismos de denuncia y de protesta, allí podemos encontrar y comprender muchas de las opiniones políticas de los jóvenes latinoamericanos de hoy, para explorarlas, los invito a revisar una parte de un par de coros que con entusiasmo se cantan y bailan hoy en nuestra América Latina:

“No me digan se mantienen con la plata de los pobres
eso solo sirve para mantener a algunos pocos.
Transan, venden,
y es solo una figurita el que este de Presidente
(...)
En la selva, se escuchan tiros,
son las armas de los pobres, son los gritos del latino.”
Bersuit Vergarabat (Argentina)


“la política te está extorsionando (dinero)
pero ellos viven de lo que tu estás pagando
y si te tratan como a un delincuente (ladrón)
no es tu culpa, dale gracias al regente.

hay que arrancar el problema de raíz
y cambiar al gobierno de nuestro país
a la gente que está en la burocracia,
a esa gente que le gustan las migajas.

yo por eso me quejo y me quejo
porque aquí es donde vivo
y yo ya no soy un pendejo.

que nos guachan los puestos del gobierno
hay personas que se están enriqueciendo.
gente que vive en la pobreza,
nadie hace nada
porque a nadie le interesa.

esa gente de arriba te detesta
hay más gente que quiere
que caigan sus cabezas.
si le das más poder al poder,
más duro te van a venir a coger.”
Molotov (México)

Como estas, sobre pobreza, poder, migración, podemos encontrar en nuestros países una serie de expresiones políticas que se manifiestan por distintas vías y que además se difunden desde una lógica de lo público jugándose a través de los medios masivos y del Internet.

Por otro lado, la estética propia –a través de la que se identifican y diferencian- la comunicación desde la piel, es uno de los elementos de identidad de la juventud. Hombres jóvenes, pero sobretodo mujeres jóvenes en plena conquista del cuerpo, reivindican a través de la “biocultura” el cuerpo como espacio de resistencia. Como afirma Cevallos, “los jóvenes poseen una capacidad para (re) significar y explayar una particular dimensión simbólica del cuerpo, las palabras y las formas; usan códigos, símbolos, gustos y consumos culturales como elementos reales y experiencias imaginarias que no soportan procesos de codificación definitorios, pero resultan claves para entender en el sentido de su poyética no solamente el principio del conocimiento, sino también del placer” ; y esta vivencia del cuerpo y lo estético es –sin duda- una declaración política.

“los expulsados, los excluidos
los explotados, los exhibidos
los no explicados
los no explorados
...algo dirán!”
Pedro Guerra

Jóvenes y política: nuevo escenario, nuevas propuestas.

Una de las características más importantes del escenario de lo político hoy en día tiene que ver con el desplazamiento de lo público hacia los medios de comunicación y ese, el espacio de los “mass media” y la tecnología es un espacio que los jóvenes conocemos muchos mejor.
En un sociedad cada vez más mediatizada, también la política se juega en los medios masivos de comunicación y de forma importante se construye desde lo simbólico, uno de los ejemplos más importantes de este fenómeno, es la lucha y la resistencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Subcomandante Marcos, que con gran fortaleza estética y pocos recursos bélicos, articuló fuerzas de todo el mundo a su alrededor, usando la Internet.

Esta política nueva en las formas y en los medios, también es una política que exige la renovación de los contenidos y la inclusión de nuevos sujetos. La política de hoy no puede dejar de lado la necesidad de articular y representar la diversidad y complejidad de nuestras sociedades. Lejos del dogmatismo, el desafío es construir espacios de participación y representación política para estos nuevos sujetos: amas de casa, creyentes, jóvenes, estudiantes, jubilados, activistas e individuos no agremiados o identificados con causas particulares.

Y, en nuestro caso, es evidente que esta construcción política debe levantarse desde la solidaridad y el compromiso con los pobres y excluidos. ¿Qué aporta la juventud en este espacio?: es la juventud la única que cuenta con nuevas herramientas de análisis desde la vivencia de un mundo diferente. En un mundo en donde las ideologías tienen plena vigencia, es nuestro deber como generación y como especie, la transformación por la justicia y la equidad.

Ojalá ese sea el aporte de la juventud Latinoamericana; la construcción de una izquierda nueva, renovada, que además de leer a Marx, milite en las causas GLBT, en la reivindicación feminista por la equidad, en los temas de cuidado y protección medioambiental como ejercicio de solidaridad intergeneracional. Una nueva izquierda que desde la riqueza de la diversidad proponga en nuestros países y en nuestra región, proyectos comunes de futuro, se trata del reto de una generación que debe aprender de memorias ajenas y que heredó un mundo transformado gracias a la lucha de las mujeres, de los indios, de los afro descendientes.

Y mientras insistimos en que la lucha política es contra la pobreza y la exclusión y construimos nuevas opciones que trabajen por transformar la realidad, no podemos olvidarnos de alimentarlas por esos otros ejercicios; resistir desde la piel y en la reconquista del placer, cantar y bailar para interpelar al poder, hacer graffiti para recordar que seguimos aquí y seguir siendo jóvenes mientras creamos que otro mundo es posible.


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