A la Constituyente

Publicado en Diario Hoy
24/12/2006
María Paula Romo

Una de las vías que se propone desde abril del año pasado para la reconstrucción del Estado ecuatoriano es la de la Asamblea Constituyente. Desechada por Alfredo Palacio pero que tomó nueva fuerza en la campaña política y se convirtió en una de las plataformas de campaña del ahora presidente Rafael Correa. No todos los votos de Correa son votos por la Constituyente, pero lo que sí podemos afirmar es que el apoyo al proyecto de Alianza País es la evidencia de una apuesta mayoritaria por el cambio. Para lograrlo, la Constituyente es uno de los pasos previstos. Correa ha anunciado que la convocatoria a consulta popular será inmediata. Si los partidos políticos tradicionales y el perdedor de la segunda vuelta saben reconocer el mensaje de la gente, no deberán oponerse. Y, a partir de allí, los grandes desafíos: establecer las condiciones de la convocatoria y tener un acuerdo mayoritario sobre los temas fundamentales de la nueva Constitución.

Seguramente cada uno de nosotros tiene un criterio sobre cuáles son los representantes que deben estar en la Asamblea y cuáles no. Que no deben estar los improvisados, no los populistas, no los grandes responsables de los fracasos del pasado. Es así, pero para evitar su presencia en la Asamblea tendremos que ganarles las elecciones; pretender limitar su participación a través de un estatuto es la vía menos democrática y también la estrategia más débil.

Al mismo tiempo, las condiciones de participación deberán permitir igualdad de oportunidades; sin privilegios para nadie pero asegurando que el juego democrático no se vea distorsionado por una autoridad electoral que se hace de la vista gorda o por una guerra entre fondos de campaña.

Vamos hacia una Constituyente con múltiples consignas: a proteger los derechos conquistados y su naturaleza progresiva; a construir órganos de control independientes del poder político y sus intentos de manipulación; a lograr un diseño en donde los poderes sean co-responsables de las decisiones y la gestión; un modelo en donde los ciudadanos sean los principales protagonistas de la democracia y no los gremios o las corporaciones. Vamos a la Constituyente para tener un Estado que no esté tutelado por las Fuerzas Armadas, un Estado dueño de los recursos naturales y comprometido con su conservación; un Ecuador en donde las regiones y las ciudades se desarrollen sin perder de vista el proyecto nacional, en donde la descentralización o las autonomías sean para los ciudadanos y no para los caciques locales. Tenemos muchas tareas para la Constituyente, pero la principal es la de renovar el pacto social, para delinear nuestro proyecto de presente y de futuro: un Ecuador de todos y para todos.

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