Un buen comienzo

Publicado en Diario Hoy
04/12/2005
María Paula Romo


A poco de cumplir un año desde que Gutiérrez y los aliados del ‘triunvirato’: PSP, PRE y Prian, acabaron con la Corte Suprema de Justicia y, con ella, con la poca institucionalidad democrática del país, esta semana presenciamos la posesión de una nueva Corte Suprema de Justicia.
La selección de esta Corte fue un proceso sin precedentes en el país. Se realizó un concurso de méritos en lugar de que nuestros ‘representantes’ se sientan en plena libertad de proponer aún a quienes no cumplan los requisitos formales (el caso de la ‘Pichicorte’ con algunos de sus magistrados graduándose de doctor(a) el día anterior es un ejemplo patético). Los ciudadanos y ciudadanas tuvimos la posibilidad de nominar candidatos y también de impugnar a aquellos que no parecían merecedores de la responsabilidad de ser magistrados. Las impugnaciones se realizaron en audiencias públicas y fuimos testigos de mensajes tan claros como que no podían participar quienes no habían pagado su pensión de alimentos o quienes no fueran intelectualmente honestos. Y todo este proceso, también con fallas y momentos difíciles, estuvo especialmente caracterizado por la transparencia. Esa transparencia es la lección más importante de este proceso.
Y en medio de las expectativas que genera esta nueva Corte, que solo se legitimará a través de la independencia que muestre en cada uno de sus actos, debemos tener presente que el tener Corte no resuelve todos los problemas de la administración de la justicia en el Ecuador. Este solo es un buen comienzo. Entre las tareas pendientes está aún el conseguir la unidad jurisdiccional (cortes penales militares y policiales integradas al sistema), la creación de jueces paz, la aprobación de una ley de administración de justicia indígena, las reformas pendientes al Código de Procedimiento Penal y Civil, una nueva Ley Orgánica de la Función Judicial y la urgente creación de una Defensoría Pública que haga realidad el derecho a la defensa que garantiza nuestra Constitución. Y esto solo por referirme a los procesos inconclusos en la necesaria reforma del sistema judicial, sin entrar en detalles sobre la necesidad de reformar la parte sustantiva del ordenamiento jurídico ecuatoriano y actualizar nuestras leyes no solo según el tiempo que vivimos, sino de acuerdo a la sociedad de la que queremos ser parte.
Esta es la oportunidad de que la nueva Corte envíe señales claras de su voluntad de reforma. Señoras y señores magistrados: abran las puertas a la ciudadanía y sigan con la transparencia que identificó el proceso del que son producto; inclúyanse ustedes en el Sistema Nacional de Evaluación de Jueces e impulsen su implementación; nombren un Consejo de la Judicatura sin sombras de la ‘Pichicorte’; elaboren a la luz pública su terna para el Tribunal Constitucional, y conviértanse así en el buen comienzo que todos y todas queremos.

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