¡Que viene el coco!

Publicado en Diario Hoy
15/10/2006
María Paula Romo

Tenemos la idea de que los miedos infundados, a los “cocos”, los fantasmas, son asunto de niños. Que cuando crecemos ya no le tememos a la oscuridad o las fuerzas desconocidas. Resulta que no es cierto. De pronto nos damos cuenta que los adultos también estamos perseguidos por una lista de historias de ficción y temores infundados, que vivimos acompañados de nuestros propios fantasmas.

Los nuevos argumentos de la campaña electoral son las viejas estrategias del terror. Pronostican el Apocalipsis, se acusan unos a otros sobre quiénes serán los jinetes que lo anuncien. Irresponsables agoreros del desastre argumentando sobre el miedo en lugar de confrontar ideas en un debate claro.
Y así también se pretende guiar el análisis de la nueva Ley de Salud. Los argumentos del terror, la invención del “coco” que viene por nosotros. Que la nueva Ley promueve el libertinaje, que permite el aborto, que es el primer paso para crear el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿De dónde sacaron esas ideas? ¿Han leído la Ley?

Desde la Edad Media existía el famoso Índice, la lista de libros que el Vaticano censuraba, concluyendo que su lectura era contraria a las enseñanzas de la religión. Según Wolf, un historiador alemán, el Index llegó a incluir los escritos de Descartes, Kant, Flaubert y Simone De Beauvoir. Pero, en la era del conocimiento, es increíble pensar que le tengamos miedo a la información, a las ideas de los otros y que vayamos por ahí inventando fantasmas.

La Ley incorpora regulaciones para nuevas circunstancias que no existían en la medicina hace 100 años; desde trasplantes hasta el derecho de los pueblos de beneficiarse de los adelantos de la ciencia. Hace 100 ó 50 años la maternidad era un destino, ni la ciencia comprendía con exactitud el proceso biológico de un embarazo; hoy muchas circunstancias hacen posible que para algunas (todavía muy pocas) mujeres la maternidad sea una opción, una decisión responsable y oportuna y un proceso que no ponga en riesgo su salud. De eso trata el capítulo de derechos sexuales y reproductivos; no despenaliza el aborto; no legaliza las uniones entre personas del mismo sexo; y no promueve el libertinaje, solo asegura que niños, jóvenes y adolescentes cuenten con información sobre su sexualidad (eso incluye conocer sus cuerpos, comprender las transformaciones de la adolescencia, tener información para identificar los abusos y evitarlos, y tener herramientas y conocimientos para decidir sobre el sexo, la maternidad, la pareja, la familia). La lucha por la libertad ha marcado la historia de la humanidad, ha determinado sus transformaciones. Nunca es tarde para seguir peleando con nuestros propios fantasmas.

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