Constituyente y futuro

Publicado en Diario Hoy
18/03/2007
María Paula Romo

Una de las grandes discusiones en la teoría constitucional es la aparente contradicción entre la necesidad de que el contrato social sea perdurable, tenga validez a lo largo del tiempo, pero la implicación que eso tiene de una “atadura” a las generaciones venideras a un contrato hecho por otros y en distintas circunstancias.

En la Declaración de Independencia, Jefferson sostuvo que: “Es derecho del pueblo alterar o abolir” una “forma de gobierno” que se haya vuelto “destructiva” de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que son los principios fundamentales, los objetivos finales del pacto. Locke también se ocupó del tema: “Cierto es que cualesquiera compromisos o promesas que alguien haya hecho por sí mismo se encontrará bajo la obligación de ellos; pero no podrá, por ningún pacto que sea, atar a sus hijos o a la posteridad”. Discutamos entonces sobre la validez o no de una asamblea constituyente y decidámoslo en conjunto, ¿cómo?: a través de una consulta popular. Una vez pasado ese primer momento estaremos listos para abordar los temas de fondo que son los que debiéramos estar discutiendo. Socialismo vs. libertad, planteó en medio de una concentración el alcalde Nebot. ¿Es en esos términos la discusión? ¿Se opone el uno a la otra? ¿Los que hablan de libertad se refieren solo a la de mercado y flujo de capitales?

La oposición a la consulta popular, ¿es en defensa de la institucionalidad? ¿Cuál institucionalidad? Si son los mismos que destituyeron a las diputadas de PSP cuando no estuvieron de acuerdo con el coronel, nuevo líder máximo del pacto y la componenda; si son los mismos que votaron por la “sustitución” del presidente del TSE. Que nos digan los grandes defensores de la Constitución en qué lugar de la Constitución se habla de esta figura; o –solo con un poco de memoria- preguntemos en qué capítulo decía que podían destituir a la Corte Suprema o nombrar otra (como Prian y PSP lo hicieron hace dos años). ¡Por favor!

Basta ya de este circo político; yo también me inscribo como defensora de la institucionalidad. Porque no la tenemos hace una década es que una asamblea constituyente es procedente, es la salida democrática y pacífica en un momento como este. Nuestro desafío, como ecuatorianos, es hacer una Constitución que no sea hecha a la medida de ningún gobierno ni con dedicatoria alguna; que sea un pacto en donde todos y todas podamos reconocernos.

La teoría clásica del Estado y la Teoría Constitucional se han preocupado de que la Constitución y las Leyes puedan responder a una sociedad dinámica, con derecho a buscar días mejores. Que no sea ahora un pequeño grupo de personas el que nos prohíba construir el futuro.

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