El cuadro sinóptico… Carol Murillo Ruiz

Confieso que estoy empezando a sentir miedo. Miedo de la imaginación opositora. Miedo de los escenarios truculentos que diseñan los analistas. Miedo de los economistas que descifran las medidas del Gobierno como un paquetazo dedicado a los empresarios y sus cuentas fiscales. (Empresarios que desde ya se han atrevido a decir que todo lo pagará el consumidor, porque ellos no están dispuestos a pagar nada). Miedo de las radios que buscan expertos en psicología social para psicoanalizar al Presidente, a PAIS, a la revolución, a la nueva monarquía constitucional, a los políticos que apoyan al régimen sin estar en el régimen, a los idiotas que escuchan las sabatinas, a los intelectuales que van por la reforma sin hacerse nudos con la semántica revolucionaria.


En fin, me causa miedo la paranoia de los comentaristas que no cesan de crear plataformas de hostilidad y de terror. Yo, que he seguido de cerca, durante veinte años, semana a semana, en mi columna, el acontecer político del país, nunca había leído ni escuchado tanta bagatela analítica, tanto prejuicio, tanta falacia, tanto erizo en las elites. Nunca pensé que viviría para ver la desesperación irracional de las oligarquías, el desequilibrio de varios periodistas frente a un Gobierno que gobierna bajo su propia coherencia y no apresado en la coherencia de los grupos de poder. Nunca pensé que viviría para ver la chifladura mediática ante el estilo de un mandatario… Porque ni siquiera cuando el país fue quebrado por los billetes de la banca corrupta y la devaluación del sucre alcanzó la pompa de la dolarización, los analistas, los periodistas y los brujos lanzaron tanto fuego y brea mental a los presuntos incautos que conforman las audiencias mediáticas. Hubo críticas, sí. Hubo asombro, sí. Hubo culpables, sí. Pero nadie dudó del sistema y del principio de autoridad cuando un exaltado Mahuad tomó a la dolarización por el cuello y la metió en los bolsillos de los ecuatorianos. Mejor: ahora todo el mundo cree que la dolarización fue y es una bendición. A diez años de la peor crisis económica y política los ‘creadores de realidades paralelas’ no saben cómo apalear a un régimen que ordena la bodega estatal y detiene el abuso de las privatizaciones. No saben cómo desestabilizar a un régimen que apenas adecua su franja de poder en el cumplimiento de la nueva Constitución.


¿Que el Presidente se sobrepasa en sus insultos? ¿O será que los insultos son un bello pretexto –psicologista- para encubrir lo que de verdad les duele a los poderosos –y sus psicólogos sociales- ahora sin pelele en Carondelet?
Las faltas de Correa están en otra parte. Pero los críticos y los ideólogos del pánico solo rebanan sus sesos para asustar y no para proponer algo. Lo único que dicen es que el gobierno tiene que reducir el gasto social porque tremendo despilfarro atrofiará el balance capitalista del haber y nunca del deber.


Sin embargo, el miedo que tenía se me terminó ayer mismo al ver a la nueva y estridente opositora al gobierno: Laura Bozzo. Hasta me ha encantado verla gritar contra Correa. La Bozzo es el cuadro sinóptico de la oposición ecuatoriana. ¡Qué alivio!

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