Ubicar el proceso, Juan Paz y Miño

Ubicar el proceso
Juan J. Paz y Miño Cepeda

Como historiador, guardo un serio escepticismo frente al futuro de la democracia ecuatoriana y las transformaciones sociales que puedan hacerse, precisamente por la comprensión de los procesos pasados que han forjado el presente.

Desde que se fundó la república (1830), también en el siglo XIX hubo ofertas de cambio y democracia. Pero el dominio oligárquico-terrateniente siempre fue el obstáculo central. Conservadores y liberales, caudillos y dictadores, normalmente respondían a esos intereses. Disputaron el poder administrativo estatal, pero no alteraron el poder real: esa dominación. Y fueron escasas las medidas sociales tomadas bajo algunos gobiernos.

Después de la Independencia, solo la Revolución Liberal (1895) introdujo cambios sustanciales en el Estado, la legislación y la cultura. Pero aún así, el Ecuador continuó como país agrario, atrasado, con una poderosa oligarquía bancaria, comercial y terrateniente que contrastaba con la pobreza generalizada y la explotación a los trabajadores.

Recién en el siglo XX se consolidaron las formas capitalistas y nuevas clases configuraron los escenarios políticos. Gracias a la presencia popular y la conciencia movilizada por las luchas sociales, progresivamente el Ecuador conquistó mejores bases para la democracia institucional. Pero un examen de los gobiernos también demuestra que han sido escasas las oportunidades para los cambios, porque tampoco se logró revertir la dominación de las nuevas oligarquías, a cuyos intereses normalmente ellos se subordinaron. Incluso los ciclos “democráticos” estables son contados: entre 1916-1925 (y con fraudes), 1948-1960 y desde 1979.

En los últimos veinticinco años, las tendencias progresistas fueron revertidas por la hegemonía económica de una elite empresarial “neoliberal” y la dominación institucional de la clase política partidista. Se afirmaron nuevos poderes oligárquico-capitalistas, preservados por gobiernos que alimentaron la desinstitucionalización del Estado Nacional.

Entendido así el proceso contemporáneo, la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución cumplida abren un nuevo ciclo histórico, que es lo que precisamente han tratado de frenar los grupos del poder anterior. Porque en la medida que hoy existe una oportunidad para avanzar por lo menos algo más frente a ese poder tradicional, el proceso constituyente que vive el Ecuador es un momento excepcional e inédito, dentro del cual hay que ubicarse para no desaprovecharlo.

El futuro es más inquietante. Porque si en el mediano plazo finalmente logran imponerse los intereses económicos y sociales de las modernas oligarquías, otra vez el Ecuador habrá perdido una nueva oportunidad para los cambios. Quizás conviene recordar que el proceso revolucionario que condujo a la progresista Constitución de 1945, precisamente fue frenado por la reacción de los poderes oligárquicos y la inmediata Constitución de 1946. Y que la progresista Constitución de 1979 fue atacada y reformada hasta que se dictó la neoliberal Constitución de 1998, todavía defendida por el poder tradicional.

Comentarios

  1. Interesante artículo que nos compartes María Paula, veo que es del 2008, pero me doy cuenta que Juan Paz y Miño tenía mucha razón al escribirlo y ahora, después de años, y a la distancia, nos damos cuenta de ello.

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