FF.AA.-Correa: la discusión inútil


FF.AA.-Correa: la discusión inútil

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
en http://4pelagatos.com/2016/09/09/ff-aa-correa-la-discusion-inutil/

El presidente Correa ha sido víctima de su propio discurso. Lleva meses poniendo en duda la organización jerárquica de las Fuerzas Armadas y tensando la relación con su cúpula: desde la destitución a todo el alto mando por una diferencia sobre cómo proceder con la compra del terreno en Samaneshasta la crítica a su sistema de pensiones jubilares; pasando por cuestionar la organización de las habitaciones de oficiales y tropa.
Finalmente, en señal de horizontalidad, de igual a igual con la tropa, el Presidente decidió comunicarse directamente a sus correos electrónicos personales, pasando por encima del mando que debió haber sido el canal regular –si es que reconociera tal cosa como la organización jerárquica-. Sucede entonces que un oficial le toma la palabra, y en esta supuesta relación de iguales, responde a su correo, entonces el Presidente recuerda la importancia de la estricta jerarquía y lo incuestionable de la autoridad en la institucionalidad de las Fuerzas Armadas. Pide sanción ante semejante atrevimiento y el Consejo de Disciplina absuelve al capitán Ortega, nueva afrenta, pero no hay problema, siempre le queda acudir a los diligentes jueces y la justicia, que “ya cambió”, se toma unas pocas horas para darle la razón. Vuelven a desnaturalizar la garantía constitucional usándola para “proteger” al poder y al poderoso. Ortega y unos cuantos más serán sancionados en los próximos días, ¿alguien lo duda?
Qué gran paradoja, el cuestionar la autoridad del Presidente como ofensa imperdonable, falta reglamentaria, violación constitucional; sin embargo, cuando él olvida la jerarquía del mando para dirigirse de manera directa a los miembros de las Fuerzas Armadas es solo un acto de comunicación, pura correspondencia regular.
Es verdad que el Presidente es la “máxima autoridad” de las Fuerzas Armadas, y que estas tienen deber de obediencia respecto del poder civil. También es cierto que, en estricto sentido, el hoy procesado no desobedeció una orden del Presidente ni puso en riesgo su autoridad o mando. Con su escrito, Ortega respondió de forma privada a la correspondencia del Presidente que lo contactó en primer lugar. Incluso estoy dispuesta a conceder que en una institución como las Fuerzas Armadas hay un tono que no está permitido, en particular del inferior al superior, ahora que resultó que sí había jerarquía.
Dicho esto, me gustaría argumentar que, para el Ecuador y los ecuatorianos, este es el menor de nuestros problemas. La confrontación entre el Presidente y las Fuerzas Armadas ocurre en el mismo momento en que Colombia firma un acuerdo de paz con las FARC luego de cincuenta años de un conflicto que ha desangrado a la región. En lo personal ¡celebro que suceda!, admiro la voluntad de gran parte de los colombianos de apostar a la paz, al perdón y la reconciliación. Sin embargo, esta decisión tiene importantes repercusiones para el Ecuador, y es elemento fundamental para definir nuestra política en temas de frontera, refugio, seguridad, narco cultivo y tráfico. ¿Quiénes y en dónde discuten esa política? ¿A quién le interesa este asunto prioritario para una frontera ya tan contagiada de violencia?
Mientras esto sucede, gobierno, Fuerzas Armadas, la prensa, todos nosotros, estamos ocupados en el debate de si un oficial puede o no “postear” un mensaje en las redes sociales o si puede o no diferir vía correo electrónico con el Presidente de la Republica.  Esta discusión no va a llevarnos a ninguna parte, al menos no una en la que tenga como resultado definiciones sobre los arreglos institucionales de esta débil democracia: el rol de los militares y su relación con el poder civil, su función en la coyuntura y en el futuro próximo, su estrategia frente a la nueva realidad de nuestros vecinos y la región. ¡Seguramente es eso en lo que habría que enfocarse!

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