HOY, HACE 4 AÑOS...

¿Qué pasaba en el Ecuador y en especial en Quito hace cuatro años?: Terminábamos una semana de protestas callejeras, nocturnas, pacíficas, en que ciudadanos de todo el país y familias enteras salíamos a expresar nuestro descontento con el gobierno de Gutiérrez.

No era la primera protesta, los reclamos llevaban meses: cuando empezó el Gobierno y se declaró mejor amigo de los Estados Unidos, cuando firmó la carta de intención con el Fondo Monetario Internacional, cuando trataban de convencernos que el proyecto más importante del Ecuador era organizar el Miss Universo y agradecer que nos visite Donald Trump. Las quejas subieron de tono cuando nos anunciaron un “pinchazo” en la economía: alza de precios de energía eléctrica y combustibles, cuando nos enterábamos de un nuevo miembro de la familia Gutiérrez en el servicio exterior, cuando Zuquilanda abría la boca, cuando supimos del paseo que el embajador Molina le dio en Buenos Aires a un ex dictador argentino acusado de más de 600 crímenes. Empezamos a salir a la calle cuando Gutiérrez, PSP y sus amigos en el Congreso nombraron a la Pichi Corte (una de las flamantes magistradas recibió su título de doctora un día después del nombramiento!).

El Ecuador reclamaba, aunque un poco temeroso, con la memoria de que las protestas anteriores terminaban con gobernantes reprochables pero no resolvían todo el problema. El país pedía que se detengan, que reflexionen, que rectifiquen; una marcha gigantesca –sin dirigentes, sin cabeza, sin bandera política- se tomó Quito en febrero del 2005, Gutiérrez bailaba “el conejito” en el balcón de Carondelet.
Las protestas y la insatisfacción seguían creciendo; la única respuesta era la sordera oficial, los comentarios déspotas y racistas del jefe de Estado y del Subsecretario González, las propagandas machistas, ofensivas, la resolución judicial que volvía inocente a Abdalá Bucaram. El “loco” volvió a Guayaquil, helicóptero y luego a caballo para no perder la costumbre y declaró que hasta el Papa había esperado su regreso al Ecuador para morir en paz… Fue la gota que derramó el vaso; el resto de la historia lo recordamos bien. Gutiérrez seguía creyendo que todo aquel que se le oponga era un forajido y se encontró con muchos, dispuestos a defender la dignidad del país.

Ofreció morir en el intento; pero luego de que la Policía se negara a reprimir a colegiales que fueron los últimos en perder las esperanzas, salió volando –literalmente- del Palacio. Luego tropezaba desesperado para salir del aeropuerto de Quito…

Cuatro años después, no se han acabado los problemas del Ecuador, pero estos episodios son incomparables. Por el Ecuador, su presente y su futuro, pero también en contra de los Febres Cordero, los Bucaram, los Gutiérrez, los Isaías, los ecuatorianos creemos que es posible cambiar nuestro destino. El Ecuador no tiene por qué ser el patio trasero de los Estados Unidos, no tiene por qué permitir que gobiernos extranjeros bombardeen su territorio. El pueblo ecuatoriano valiente, no merece gobernantes sumisos y serviles.

Todavía queda mucho hacer, sólo podremos hablar de victoria cuando le hayamos ganado la lucha a la corrupción y la pobreza; pero hay muchas cosas buenas sucediendo… Un Ecuador de justicia es posible y millones de nosotros y nosotras estamos dispuestos a construirlo todos los días. Sigamos haciendo revolución; en la pareja, en la familia, en la comunidad, la revolución de lo cotidiano para conseguir una vida de dignidad y alegría para todos.

Hace cuatro años, un grafiti decía en Quito (y hoy lo repetimos): “Lunáticos, ¡prohibido olvidar!.

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