Estamos despistados

Publicado en Diario Hoy
29/10/2006
María Paula Romo

En medio de los debates electorales hemos perdido la mirada de algunos temas globales. Cierto que es fundamental evitar que el Ecuador se convierta en la empresa 111 del Grupo Noboa; que caiga en manos del candidato-predicador, que la caridad se vaya a convertir en la única política pública a la que tengan derecho los pobres; pero, a pretexto de ello, no podemos dejar de mirar y reaccionar frente al drama que sigue provocando el volcán Tungurahua. Esta noticia se ha perdido del panorama. No lo miran las autoridades, no lo miran los medios de comunicación y, entonces, corremos el riesgo de olvidarnos de que existe.

Esta semana el ministro de Bienestar Social llamó “irresponsables” a los cientos de personas que decidieron abandonar los albergues y volver a sus hogares o lo que queda de ellos, a pesar de ser zonas de alto riesgo por la actividad del volcán. Irresponsables por no resignarse a permanecer hacinados, sin atención, sin salud, sin respuestas.

Esos hombres, mujeres, niños, regresan hacia el volcán porque en los albergues duermen en el piso, se abrigan entre ellos con su compañía y se alimentan gracias a la solidaridad de las personas que –conmovidas- siguen enviando algo de comida. ¿Qué pasó con los $25 millones que el Gobierno ha destinado para la atención de nuestros hermanos afectados? A los alcaldes de la zona les ofrecieron $4 millones, solo se ha transferido el 40% de esa cantidad. ¿Qué tendrá que suceder para que se entregue el resto? ¿una nueva erupción? ¿Más imágenes de dolor en la televisión nacional?

La emergencia necesita soluciones inmediatas, el Estado está en la obligación de ofrecer soluciones estructurales: políticas de protección social que se encarguen del drama que viven estos ecuatorianos. Ojalá el Gobierno actuara con la misma celeridad con que transfiere fondos al primer rugido; o con la misma prisa con que presentó al Congreso el Proyecto de Ley de Autonomías de Nebot, a su solo pedido –el de Nebot-, a pesar de que el tema compete al país entero. Que este último momento electoral no nos despiste: aún quedan algunos meses de gestión; situaciones emergentes a las que responder; importantes proyectos de ley debatiéndose en el Congreso; millones de dólares por ser asignados o transferidos desde el Ministerio de Finanzas con las presiones de los que están a punto de perder influencia. En ese escenario resulta que los irresponsables no son precisamente los ecuatorianos que se ven obligados a volver a sus hogares frente al abandono y la situación de indignidad en que se encuentran. Los irresponsables están en otro lado.

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